El final de un nuevo año, las expectativas puestas en el que viene y, mirando un poco hacia atrás, la satisfacción que se mezcla con el orgullo y con la certeza de que el crecimiento de la Fundación El Futbolista ya no es un deseo, como en el arranque, allá por 1991, sino una realidad irrefutable.
Los datos del balance de 2017 triplicaron las cifras que dejó 2016 en cuanto a la cantidad de futbolistas que participaron en nuestras actividades, ya sean las de educación formal (primaria-media-superior), las que ofrecemos a través de los cursos y talleres, y las que apuntan a brindar conocimientos mediante charlas en nuestra sede o en los propios lugares de entrenamiento.
Cada herramienta tiene su valor y forma parte de un menú que en 2018 esperamos incrementar, porque si bien advertimos que la curva es ascendente en todos los aspectos, siempre buscamos un poco más, un objetivo más, un servicio más que les sirva a los futbolistas y en algunos casos a sus familiares. De hecho, ya hay algunas inquietudes que están listas para salir al ruedo y que esperamos cristalizar a corto plazo. Por ahora le bajamos el telón a 2017, cuyos números, contundentes, son el mejor impulso para redoblar los esfuerzos de cara al futuro.