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Muchas veces hemos dicho que el fútbol es parte de la vida, no la vida. Una parte hermosa, que el futbolista disfruta intensamente, entregándose al máximo para abrirse camino en el difícil mundo de la pelota. Y si bien aquel que haya experimentado el cosquilleo de entrar a un estadio jamás dejará de sentirse jugador, el tiempo marca pautas inexorables y nos dice que hay otra etapa posterior, para la cual es muy importante prepararse.

Aún en plenitud y con ganas de seguir sacudiendo redes como mínimo durante un par de años más, Javier Molina es un ejemplo de esas dos facetas, porque mantiene la pasión y el amor por el fútbol sin perder de vista que el estudio es una herramienta perfecta de cara al futuro. Cuando llegó de Santiago del Estero, el actual delantero de Platense (quien también jugó en Argentinos Juniors, Colegiales, Atlanta, Defensores de Belgrano, Aldosivi y Universitario de Perú) postergó el tramo final del secundario, pero siempre supo que alguna vez saldaría esa cuenta pendiente. Lo hizo y va por más, ya que ahora, ayudado por la Fundación El Futbolista, inició el curso de director técnico.
– Terminar el secundario era una meta que me había planteado y que por distintas razones no podía concretar. Yo dejé los estudios cuando me vine de Santiago del Estero, así que me faltaba algo así como un año y medio. Por suerte encontré una escuela cerca de mi casa, para cursar de noche, y en 2012 terminé.

El esfuerzo tuvo premio, pero no te conformaste con eso
– Lo que pasa es que uno debe pensar en lo que viene. Yo estoy en una categoría en la que, económicamente, el jugador no se salva ni mucho menos, y además se sabe que para cualquier trabajo lo mínimo que te piden es el título secundario. Obviamente, hice un sacrificio, pero con gusto, y en la escuela me brindaron todas las posibilidades. Ahora, con la ayuda de la Fundación, que por supuesto agradezco profundamente, estoy haciendo el curso de director técnico en Olivos.

Tu ejemplo y el de otros muchachos que emprendieron caminos similares, demuestra y confirma que el estudio y el fútbol no son incompatibles. ¿Hablás de estos temas con tus compañeros y en particular con los más chicos?
– Sí, siempre. El mensaje apunta a que hagan algo paralelo al fútbol. A los más jovencitos les digo que se preparen, porque en esta profesión, que es hermosa, también estamos expuestos a circunstancias que podrían perjudicarnos.

¿Te parece que esa prédica va surtiendo efecto?
– No tengo dudas. Agremiados, a través de la tarea de la Fundación, nos brinda facilidades y una gran variedad de propuestas. De a poco el jugador va tomando conciencia de que todo eso lo hacen por nosotros, y lo comprobé cuando fui hace poco a la sede de la Fundación. Ahí vi un montón de chicos estudiando, por eso creo que hay un crecimiento en ese aspecto. Y me encanta que así sea.

Como buen goleador, Javier Molina esperó su chance y no la dejó pasar. Pero esta vez no fue en el área, sino en un ámbito mucho más amplio: en la vida, donde, con esfuerzo y ganas de sumar conocimientos, acaba de marcar un golazo.