Ya transcurrió un año de aquel miércoles 25 de noviembre de 2020, cuando la noticia del fallecimiento de Diego Armando Maradona nos sacudió, nos llenó de estupor y nos causó una tristeza que sigue y seguirá dando vueltas, porque el mundo del fútbol lo extraña y, como ocurrió el día de su cumpleaños, constantemente reserva un espacio para valorar la dimensión de lo que sembró el 10 durante su brillante carrera deportiva.

Las emociones se entrelazan con los recuerdos. Parten de los hinchas en cualquier rincón del planeta, por lo que les brindó, y añaden una gran dosis de admiración en el caso de cada futbolista que haya abrazado la pasión desde ese rol. A unos y a otros, Maradona los unió y los cautivó a través de la magia de su maravillosa zurda. A unos y a otros, un año atrás se les hizo un nudo en la garganta o derramaron lágrimas originadas por el amor y por la pena en similares proporciones. Sin embargo, hay una llama que ni siquiera la muerte podrá extinguir: la que encendió Diego en el mismo momento en que inició su romance eterno con la pelota.